Cillar de Silos, la grandeza de un vino

Artículo publicado en Ceviche de Sandia, espacio dedicado a las gastronomía, tendencias y lifestyle. 

 En la provincia de Burgos; en las tierras robustas y sinceras de Castilla llegamos a una preciosa y serena localidad: Quintana de Alpidio. Tierras de vino y de convivencia con la naturaleza; tierras de historia y de riqueza intelectual; tierras que miran y que sienten el Duero como referente vital constante. Allí nos encontramos con CILLAR DE SILOS. Un encuentro con la maduración y con el trabajo necesarios para la calidad del buen vino.

Una bodega con historia

CILLAR DE SILOS nos recibe acogedora y sincera. No quiere apariencias. Fiel a sus raíces castellanas, esta bodega busca la sobriedad en las formas y la calidad en el fondo. “Aquí no vais a encontrar más ruido del necesario. Nos gusta hacer muy bien las cosas. Pensamos en hacer el mejor vino, un vino de calidad. No en las fachadas. Estamos entregados en cuerpo y alma a hacer vino. Tenemos una tierra magnífica; la materia prima es excelente y nosotros ponemos todo el trabajo para que los resultados sean muy buenos. Y la realidad es que estamos muy contentos”. CILLAR DE SILOS se encuentra en una encrucijada histórica que remarca su personalidad y su pasión. En plena Ribera del Duero respira la cercanía de Aranda de Duero; contempla con satisfacción el atractivo de Covarrubias y disfruta del carácter de Santo Domingo de Silos. Precisamente los monjes de Silos en el siglo X “se enamoraron de estas tierras y escogieron estos pagos para abastecerse de vino. Y nosotros hemos querido recordar nuestras raíces y por eso CILLAR DE SILOS se llama así: en honor al monje que se encargaba de la cillería o despensa del Monasterio de Silos”.  Estamos pues en una bodega que ha ido creciendo poco a poco, con el esfuerzo y la entrega de una familia, y con la visión espectacular de Amalio Aragón “quién funda la bodega en 1994; pero que desde 1970 comienza a comprar pequeñas parcelas y terruños para poder disponer de vides de calidad. Fueron años de paciente búsqueda que ahora tienen sus frutos”. Y es que es evidente que“sólo cuando una familia, como la nuestra, está ligada a su tierra durante generaciones, se puede entender tanto esfuerzo. La familia Aragón llevamos el vino en la sangre. Cada día del año, trabajamos el viñedo y la bodega para dar forma a sus vinos, haciendo que este valor de la tradición crezca con la sangre nueva”. Actualmente los hijos de Amalio han tomado el relevo generacional. Roberto se encarga de la dirección y comercialización; Óscar es el enólogo y responsable y de la viticultura; y Amelia es la responsable de la proyección pública de la bodega por todo el mundo. Los tres han asumido a la perfección el objetivo de “respetar y engrandecer el legado de su padre”, elaborando un vino de alta gama de la D.O. Ribera del Dueroen una tierra “de viejos viñedos y terruños excepcionales”.

Cuidado exquisito amor artesanal

En CILLAR DE SILOS se cuida todo con esmero; todos los procesos y elaboraciones se mantienen con un amor artesanal. En este sentido“la bodega cuenta con 68 hectáreas de viñedo, la mayor parte viejo y plantado en parcelas muy pequeñas, con una superficie inferior a la hectárea. Se encuentran dentro del llamado Jardín de la Ribera del Duero: entre Quintana del Pidio y Gumiel de Mercado. Aquí la orografía es más accidentada que en el tradicional páramo, tenemos una altitud que va desde los 840 metros a los 900 metros.”. Estas pequeñas parcelas reciben “grandes cuidados que los vendimiadores recorren durante días para obtener la mejor uva Tempranillo. Una uva recogida a mano, igual que hace siglos, y que es minuciosamente examinada en la Mesa de Selección”. Posteriormente “los vinos se crían en barricas de roble francés y se envejecen en antiguos calados subterráneos del siglo XVII a una temperatura natural de 12 grados durante todo el año”.  Precisamente una de las joyas de CILLAR DE SILOS es esa bodega subterránea donde “duermen las botellas”;  es este uno de los grandes atractivos de esta tierra que “alberga en sus entrañas antiguas bodegas subterráneas excavadas a mano, silenciosas e impasibles. En su interior, con temperatura y humedad natural, duerme el vino; fruto de la pasión, el esfuerzo y el cuidado de las viñas”. En CILLAR DE SILOS se mantienen las tradiciones con plenitud,“integrando en ella los más modernos sistemas que ofrece la tecnología. Durante cada paso del proceso desde la recogida a la selección; pasando por la elaboración y la crianza mantenemos toda esa tradición propia del legado cultural que hemos recibido en la Ribera del Duero”. Cada año en CILLAR DE SILOS se vive con rigurosa entrega y dedicación la elaboración de cada añada: “trabajamos con todo el esfuerzo, la experiencia y el cariño posible. Por eso el resultado son vinos con alma del sur y el espíritu y la grandeza propia del norte”. En este sentido, la familia Aragón sabe muy bien como el trabajo tiene que ser constante por eso “contamos con un equipo de especialistas en viticultura que miman cada racimo y cada cepa para así lograr el mejor fruto y conseguir que cada botella haga disfrutar de su experiencia y esfuerzo”.

Una bodega en crecimiento 

CILLAR DE SILOS se encuentra geográficamente “al norte de la Ribera del Duero. Estamos en una tierra cargada de historia; es una tierra de vinos donde encontramos cepas viejas y elegantemente retorcidas, enraizadas profundamente, situadas en suaves laderas y protegidas de los vientos del norte por las zonas boscosas más altas”. En CILLAR DE SILOS “toda la uva tinta que contamos en la bodega es Tempranillo, con algunos majuelos de uva blanca de la variedad Albillo. Nuestros viñedos están plantados en laderas y arropados por bosques con un excelente drenaje, protegidos de las peligrosas heladas invernales y de los vientos del norte por los bosques que circundan las cepas”. 

 

Y desde luego que “continuamos una búsqueda continúa de nuevas viñas viejas. Mantenemos además una inversión  continúa en el viñedo con una apuesta absoluta por las nuevas tecnologías”. En estos momentos en CILLAR DE SILOS“se exporta un 40% de la producción”. Y en este repaso, no podemos olvidarnos de GOLFO “el vermut de vino tinto que hemos sacado, y que gusta muchísimo. Sabemos que el vermut ha vuelto con fuerza y nosotros también queremos estar ahí. El recibimiento ha sido sensacional”. CILLAR DE SILOS una bodega con fuerza y carácter; un ejemplo de saber hacer bien las cosas. Una bodega referencia por su calidad y por un trabajo inspirado en el amor artesanal.

Los vinos de Cillar de Silos

CILLAR DE SILOS. El crianza que es la espina dorsal de la bodega. El color es cereza picota intenso con reflejos violáceos. En nariz mezcla la elegancia con la madurez. Se perciben los aromas de fruta negra y roja ácida ; especias dulces; cedro; ligeros torrefactos que van desapareciendo y regaliz. En boca es carnoso, sedoso, equilibrado con buena estructura. Tiene una acidez refrescante que nos alarga el vino, los taninos maduros todavía firmes por pulir. Tiene persistencia y aparecen los mismos recuerdos que en nariz. En todo el conjunto destaca la finura.

CILLAR. Es un tinto joven que recupera la tradición de la Ribera del Duero. Presenta un color cereza picota con ribetes violáceos. Destacan las aromas elegantes a frutas rojas y negras maduras, minerales y florales con sensaciones de juventud. En boca es frutal, carnoso, sedoso, agradable con taninos amables. Largo gracias a su refrescante acidez, intenso y muy fino.

ROSADO DE SILOS. Es un rosado con una personalidad arrolladora, nacido de vides que alcanzan hasta los 75 años, con una vivacidad y una fragancia que destacan por si mismas. Su aspecto es limpio y brillante con aromas intensos a frutos rojos silvestres, a grosellas, hierbas aromáticas e hinojos. En boca mezcla la finura con la densidad y con la mineralidad. Tiene cuerpo, es largo gracias a su estupenda acidez que lo hace muy persistente con un final ligeramente vegetal y amargo que le da elegancia. Al mismo tiempo, es sofisticado sin perder su identidad.

Los terruños de Cillar de Silos


TORRESILO. Es el vino que refleja a la perfección el carácter de los mejores viñedos de la bodega.  De un color cereza picota muy intenso, limpio y brillante. Los aromas son intensos y complejos. Hay que esperar a que el vino se abra y se oxigene para dar lo mejor de si; la elegancia es su principal característica con aromas minerales; frutas negras maduras; especias ; regaliz; recuerdos balsámicos y unos suaves torrefactos. En boca posee profundidad, equilibrio, sedosidad, cuerpo, fruta madura y mineralidad. Es muy largo gracias a su excelente acidez; el tanino es puro terciopelo todavía por pulir pero maduro, Tiene una persistencia que no finaliza y te invita a seguir bebiendo. Ejemplo de una añada elegante con una enorme capacidad para envejecer.

LA VIÑA DE AMALIO. Es un homenaje al fundador de la bodega, Amalio. Refleja la esencia de lo que son los vinos de un solo pago hoy. Es la expresión de un viñedo con sus particulares características. Cada cosecha tiene el mismo espíritu pero es diferente. De color picota granate y cubierto. Es un vino de largo recorrido donde destaca la enorme impresión frutal que se recibe nada más acercarlo a la nariz, aromas de fruta silvestre roja y negra, cerezo en flor, especias dulces como la nuez moscada, mineral, tierra mojada, ligeros tostado. Es intenso, seductor y complejo con una gran finura. En boca es denso, goloso, carnoso con una excelente acidez que le da frescura. Es larguísimo, persistente con unos taninos finísimos maduros.

FLOR DE SILOS. Es la máxima expresión de la variedad tempranillo en suelos arenosos de cepas muy viejas. Las viñas tienen más de 100 años aunque su edad exacta no se conoce con certeza. El color es cereza picota con reflejos granates. La expresión de la tempranillo es extraordinaria: los recuerdos minerales, la elegancia y madurez, la complejidad aromática con frutas maduras; aromas de regaliz; balsámicos; especias; incienso; tierra mojada; regaliz .En boca presenta una gran concentración que nos llega de la poca uva que dan las cepas. Es carnoso, poderoso, equilibrado con unos taninos maduros y vivos. Es sedoso, largo, persistente con una magnífica acidez que le da vida. Recuerdos frutales, minerales con una enorme finura que ofrece todo el conjunto.

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